Festimad 2006 parte II:
encadenados a Alice

Comparte en:
pain
Acontecimientos y festivales como el que nos ocupa, juegan perversamente con el estado anímico de los espectadores, especialmente de los que son seguidores de prácticamente todas las bandas. Así, después de haber vivido la noche anterior una típica multi-experencia extra-corpolar, el domingo se presentaba extraño, todo lo extraño que puede resultar estar todavía ahogado en el shock de la 'experiencia TooL ' y por un momento plantearse "voy a ver a Alice in Chains en directo".

La Cubierta de Leganés mostraba una entrada paupérrima, que en ningún momento de la velada superó las 4000 personas, algo así como medio aforo. Probablemente fue consecuencia del sistema de entrega de entradas y de lo (quizá) descompensado del cartel, no tanto por la calidad, sino por capacidad de convocatoria de los grupos. En cualquier caso la poca afluencia de público no fue un handicap, todo lo contrario, pero no adelantemos acontecimientos...

El equipo de muzike entró por la puerta grande a eso de las ocho de la tarde. Una lástima no poder presenciar a los Zoo que habían terminado su actuación unos minutos antes. De este modo, nos situamos estratégicamente, rezamos nuestras oraciones y nos preparamos para esa descarga de metal contemporáneo que siempre brinda Soilwork. La banda salió al escenario cual huracán y con la intención de comerse la plaza sin piedad, francamente, dudo que estos muchachos hayan tocado en un recinto tan desangelado en bastante tiempo. Lo sorprendente es que no bajaron el listón ni un instante, hasta tal punto que empezaron a levantar seriamente al poco público que estaba por ahí (que se lo digan al bueno de BoB que disfrutó como un enano), los incondicionales por supuesto, entregados al máximo. Su propuesta es inevitablemente efectiva sobre el escenario, la contundencia y esa actitud tan propia del metal nórdico es todo un seguro de vida, parecía que se estaban intentando ganar a público y prensa a toda costa, como si fuera un grupo novel necesitado de popularidad. Nada más lejos de realidad, y es que a pesar de seguir viviendo un poco a la sombra de in flames, el éxito de estos suecos se ha disparado en los últimos años e incluso les ha permitido irrumpir con fuerza en el siempre complicado mercado norteamericano. Por cierto, recalcar que es la primera gira de la banda tras la marcha del guitarrista Peter Wichers, cuyo puesto ha ocupado momentáneamente Daniel Antonsson (perfecto estereotipo del guitarrista nor-europeo), quién no hay que olvidar que todavía no ha sido confirmado como miembro definitivo de la banda.

El público se entregó a la brutalidad de los riffs contundentes y a la mala leche que destila el vocalista Bjorn "Speed" Strid cuando canta, un bjorn que a pesar de estar continuamente poniendo sus caras de tipo-cabreado y haciendo el gesto de "ven aquí que te voy a romper la cara", no ceso en dar las gracias a los que allí se encontraban, que en ocasiones iban especialmente dirigidas a la "zona de gladiadores". Un show que arrancó con el popular single "Stabbing the Drama" extraído del disco de mismo nombre, y mantuvo un alto nivel de intensidad durante el repaso que dieron del resto de sus LP's, como la salvaje interpretación del "Follow The Hollow".

Y ay amigos! que decir del querido bajista Ola Flink... qué sería de este grupo sin Ola!, el tipo que rompe el molde del "carisma" para inventarse un nuevo concepto de performance. Sus bailes, la forma de subirse el bajo hasta las axilas, los movimientos de caderas (casi más propios del funk xD), los gestos incomprensibles, el cachondeo continuo... y sobre todo la sonrisa de oreja que no se le quita de la cara a este espigado músico, son sus armas para encandilar al respetable y comerse al resto de la banda encima del escenario. Lo mejor es que sabe ser el más metálico de todos cuando llega el momento, todo un ídolo de masas.

La noche ya había caído y tras la conclusión del concierto de Soilwork, las luces principales del recinto permanecieron apagas, sospecho que para animar a la gente a salir a la terraza donde había un mercadillo y también se desarrollaban diferentes actividades. Una serie de focos tenues iluminaban de forma sinuosa la plaza, algo se notaba en el aire, ¿fruto de la sugestión?, probablemente, pero poco importa, se percibía una ambiente especial. Grupos de gente se sentaban en el suelo, o en el ruedo para ser más precisos, un tipo con una camiseta del sello "SubPop" pasaba por delante de nosotros, algo de brisa comenzaba a soplar. Escuché un comentario '¿por qué decís que todo esto es muy seattle?' y un camarada respondió "pues eso... gente en su salsa", yo no lo hubiera dicho mejor. Por un momento daba la sensación de que estábamos en la ciudad yanki de la lluvia, en plena década de los 90'.

Alice salió al escenario, y aunque no había llenazo (ni muchísimo menos), *algo* ocurrió ahí, se generó un estado anímico global muy especial. La banda arrancó arrasando y mantuvo su relación simbiótica con todos nosotros hasta la última nota. Mike Inez nos mostraba su infinita sonrisa, ataviado con una camiseta de Led Zeppelin disfrutó del concierto casi más que nosotros, Jerry Cantrell en su papel de líder y guitar-hero se esforzaba como si fuera su primer bolo importante. Y qué decir de Sean Kinney, probablemente el personaje "más grunge" que he tenido el placer de ver, con sus bermudas y su cara de buen tipo que te podría contar mil batallitas divertidas sobre los años dorados, se lo estaba pasando realmente bien. Pocas veces en mi vida he contemplado a unos músicos tan felices sobre el escenario, verdaderamente les brillaba la mirada a los tres, era sobrecogedor. Por su parte, la gran incógnita de William DuVal se resolvió con un sobresaliente, supo estar a la altura y se mantuvo en ese estrecho pasillo que hay entre el respeto a las canciones y la imitación. Indudablemente su voz tiene un marcadísimo deje a Layne, pero no daba la sensación de que tratara de clonarle, simplemente se parecía y estuvo genial.

El repaso a la discografía de la banda fue practicamente perfecto, impresionante "It Ain't Like That" con los brazos del público en alto coreando el épico estribillo, igual de emocionantes "Rain When I Die" y bueno, si pudiéramos congelar la interpretación de "Them Bones" veríamos la perfecta imagen de una noche emotiva. No faltaron los clásicos "Damn That River" y el maravilloso "Angry Chair". Todas las teorías sobre los músicos de esa generación se ratificaron aquel domingo, el staff técnico del festival nos había comentado que los miembros de Alice in Chains habían sido los más músicos más agradables y simpáticos de los que habían pasado por La Cubierta. Se notaba en el escenario, daban ganas de subir y abrazarles. En su página oficial podéis ver como la banda le de las gracais al encargado del cattering del evento y le insta a "montar un restaurante en su barrio".



Los temas iban cayendo y el traicionero tiempo volaba más rápido que nunca, con "Down In A Hole" volvimos a recordar todas aquellas tardes en las que nos regodeábamos en nuestra depresión grungi, y particularmente especiales fueron los momentos en los que Willy DuVall se hacía cargo de la guitarra acústica, de hecho, el grupo tocó "No Excuses" por primera vez en la gira, a eso le llamo yo un regalo...

Jerry se hizo un sólo de rodillas delante de un ampli como si aquello fuera el Lollapalooza del 93, y no lo era, era una plaza de toros semivacía, daba igual. Quizá el momento más especial de la noche se dio cuando llego "Rooster", el comienzo del tema (sólo guitarra y bajo jugueteando suavemente) dio pié a uno de las estampas mas Seattle que he visto, Sean Kinney dejó las baquetas de lado, levantó los pies hasta apoyarlos sobre el bombo, y medio-recostado hacia atrás se encendió un purito. Con una "media-sonrisa" disfrutaba de su humo, parecía que pensaba "ey, que buena noche hace", el público se cantó el famoso "uhhh uhhh uhhh" y Sean estiró el brazo con su mechero.

Tras dos días de metal de última generación, con unos deftones santo y seña del nu-metal desgarrado, del increíble show épico-operístico de TooL, de Soilwork en su papel de representante de la modernidad del metal nórdico, después de todo eso, el regusto "old-school" de Alice in Chains nos conmovió en todos los sentidos posibles, se nota que es una banda de otra generación, aunque su música suena de todo menos desfasada. Para poner un ejemplo, fue la única banda que hizo bises. Abandonaron el escenario y en el recito cundió el pánico, obviamente faltaba el "Would?", y no se fueron sin tocarla. Incluso se sumaron al "OEEE OE OE OEEE" del público, Jerry repartió por lo menos dos cajas de púas, Sean hizo lo propio con sus baquetas de repuesto y todo el mundo sonreía, tanto sobre como frente al escenario.

Así se cerró un fin de semana en el que la música salvó a un Festimad polémico, que con Alice in Chains insufló emotividad y que por lo que comentó Cantrell, quizá volvamos a verlos por aquí. Un servidor que nunca ha sido partidario de esta clase de reuniones, rezará un padre nuestro cada noche para poder repetir la experiencia.

Artículos relacionados: