La segunda flor es la de pena abismal

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lavrenti

En el cielo huelo tu esencia, en las nubes veo tu presencia


Muy poco es lo que se puede llegar a saber de Abyssmal Sorrow en Internet, ni siquiera en Encyclopedia Metallum, más que es un proyecto australiano (creemos que un dúo) de blackened doom metal con apuntes atmosféricos y orientación depresiva.

En 2007 editaban un primer EP en Goatowarex y en 2008 llegaba su primer larga duración, Lament, en la distribuidora belga Deaden Productions, primera y última edición como sello.

Su música es una representación sonora de la vida como sufrimiento elaborada mediante lentísimos ritmos de batería, lánguidas guitarras, empáticas atmósferas de teclado y voces deformadas no excesivamente graves.

Desde un inicio nos mantendremos atados a la aflicción sin vida por eslabones de una cadena elaborada por el continuo castigo del platillo y una melodía de guitarra sencilla y limpia que aporta sensaciones grandilocuentes de tristeza ilimitada.

Así sea en todo este disco, nuevo monolito erigido bajo una luna moribunda que da paso a nuevas vidas apenass definidas en blanco y negro. Atravesaremos cavernosas estancias para encontrarnos con guitarras abandonadas pendientes de un hilo que tan pronto asemejan una soga como son la única guía para encontrar la salida.

Llegarán hasta nuestros oídos los lejanos ecos de las guitarras en los campos de los muerte y tras ellos llegaremos a la contemplación extasiada y terrible de la dos partes que presentan Austere Lament. Dieciocho minutos exasperantes que a aquellos degustadores de estas hieles servirán para mantenerse tenaces, devotos y comprometidos con la persistencia en una existir colmado de sinsabores y encierros de apariencia sólida.

Será entonces en el silencio del final cuando desde el frío resurga, y se otorge un sincero valor a, la necesidad y el deseo del calor de los abrazos y la ternura de las caricias que uno, una vez demolido, pueda prodigarse a sí mismo y a los demás caídos.


Enterrado por el polvo de la desgracia
y quemado por los vientos de la desesperación.
Entre las piedras camino, con los austeros rayos de la vacía luz.
Demasiado terrible para contemplarlo, los cantos de la muerte son siempre muy fríos.

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