La eterna caída hacia la novena esfera

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lavrenti

we are here to die
we are here to cry
the cruelty desperation of the life


Con motivo de la celebración del The Dark Chamber Gothic Festival este viernes en la sala Gruta 77 de Madrid, con The Eternal Fall, Sieben, Witching Hour y The Cemetary Girlz, queríamos dedicar esta semana a publicar los artículos sobre los discos de los dos primeros. Pero, de nuevo, nos hemos visto afectados por factores externos y se han ido retrasando hasta sólo publicar éste; hay que ganarse los kilos de sal hasta el momento en que decidáis subvencionarnos a través de Paypal.

Será ésta una oportunidad para reencontrarnos con una banda que conocimos hace ya un tiempo en directo en La Cripta, y a la que volveremos a ver abriendo junto a Tears of Martyr, para Draconian en Ritmo y Compás el 5 de abril. Aparte en su calendario cuentan con otras fechas, junto a My Beloved Death (comentario del concierto pronto, júrolo), que se unen a su paso por Oporto e Inglaterra:




The Eternal Fall es un dúo (aunque durante algunos períodos les acompañara Manuel Más) formado por Sol y David Tenza que lleva desde el año 2001 convulsionándose en las sombras de la cultura oscura, ignorado por la industria, y atesorando la admiración y reconocimiento de aquellos que entran en contacto con su sensitivo rock gótico ligeramente industrial. Así The Ninth Sphere sería su quinto trabajo autoeditado en el que presentan de forma conjunta (también en versión limitada en doble cd) dieciocho temas con los que han trabajado en los últimos dos años y que se han podido ir conociendo en directo, en myspace y en valiosos videoclips (algunos de los cuales iremos insertando).

Sol y Tenza suelen actuar con guitarra y bajo sobre una base de loops de batería y teclados preprogramados y tienden a una cierta sencillez en las estructuras en aras de la creación de ambientaciones existenciales. Sobre todos sus discos fluye una sensación permanente de pérdida, hastío y dolor contenido que surge de la dulzura temerosa a la hora de encarar las melodías, el tempo lento en las percusiones y los vacíos. Producto de la autoedición o intencionado, su sonido resulta, en ocasiones, crudo siendo, si cabe, más real. Sea quizá de la ausencia de arreglos efectistas forzados de donde emane esta sensación de credibilidad.

Y es, quizá, en esto donde The Eternal Fall se integra para mí en el grupo de los escogidos, de aquellas bandas que glosando sobre el padecimiento no suenan artificiosas y encorsetadas en comportamientos surgidos a partir de una mera cuestión estética. The Eternal Fall acarrea un dolor latente, crea música creíble para representarlo y, sobre ella, brilla con fuerza la voz de Sol, ajena o cercana, grave o alta, y siempre intensa, y veraz.

1. The Awakening
2. Where are here to ate
3. The regret
4. Open scissors
5. The puppet
6. Like a shadow
7. Flowers of death
8. The cry
9. The ninth sphere
10. Unaeva
11. The nine
12. The eyes
13. Like morning sun
14. Love song
15. All and nothing
16. My beloved death
17. The deathbed
18. The farewell

The Ninth Sphere abre los ojos a la imperfección, desde un inicial clavicordio, y va creciendo, junto a la voz y las atmósferas, a la percepción de la futilidad de la lucha y la cruel desesperación de la vida a través de We are here to die. Es entonces cuando comienza a percibirse que quizá sea en los pulsos de un bajo omnipresente, y siempre muy grave, donde conecto con su música. Las guitarras no toman un papel predominante y se mueven en un segundo plano sugerente.

The Regret habrá de ser para mí uno de los temas principales del disco, y que ya llamó mi atención en directo. La voz muy grave en el inicio estalla con intensidad en el sufrimiento de los tiempos posteriores a la pérdida cuando todo lo que importaba parece haberse desvanecido y estar muerto; cuando lo único que queda es el arrepentimiento y un corazón roto. Y si pudiera repetirlo de nuevo no me perdería en la búsqueda de un mundo perfecto. El final...



Open Scissors se trataría de un remake de la canción de su primer disco, siendo para nosotros la primera ocasión de encontrarnos con ella, y de cuya versión actual podemos decir que es interesante. Algo más activa que el resto, entendible a través del perfil bajísimo de The Puppet, con su bombo retumbante y las guitarras temerosas.
    I was your mouth I was your eyes
    You were my mouth You were my eyes
    But now anymore
    never, nothing anymore




Rodeado de sombras sigo mi camino, todo el tiempo intentando encontrarme a mí mismo, y cada mañana me siento deprimido; en una canción más ruidosa y conectada con el rock gótico de los ochenta a través del tratamiento de la voz y la guitarra limpia. El bajo de nuevo destaca en Flowers of death que nos lleva hasta la canción onírica The Cry que marca la parte central del disco y el momento más épico-trágico.

Así habremos atravesado los terrenos del sufrimiento emocional para llegar a The Ninth Sphere y sus aires místicos y tenebrosos. Será en el nueve, número que interregna el disco donde el enemigo oculto está esperándote, el lugar donde lo perderás todo. Algo te será entregado pero a cambio tendrás que pagar con algo del mismo valor. La voz se transforma casi en un lamento a distintos niveles en polifonía arrastrándose por el estruendoso fondo y generando extrañas sensaciones de intranquilidad y recogimiento.

En The Nine la fuerza inherente de los números surge y así comprobaremos que si 9 y 9 son 18, 1 y 8 son 9... y que si 18 y 18 son 36, 3 y 6 son 9. Pero es que 36 y 36 son 72, y 7 y 2 son nueve... la progresión continua sin fin y nos arrastra, 72 y 72 son 144, 1, 4 y 4 son 9. Entendido como camino hacia la verdad, como nueve días y nueves noches tuvo que pasar Odín colgado de Yggdrasil y atravesado por una lanza para aprender el poder de las runas, y que el tesoro a hallar se encuentra en la Novena Esfera. David se asoma sobre Stonegenhe en el libreto y confiesa su interés por la arqueología, los celtas y el druidismo en su myspace.


Tras enfrentarnos al espejo, no reconocernos y comprender que el espejo son nuestros ojos y realmente estamos ciegos, llegamos a Like the Morning Sun y el comienzo de una parte más intimista, aunque de nuevo dominada por la pérdida y la desesperanza. Quizá el acercamiento en este caso sea distinto ya que de la guitarra limpia y la voz dulce se transmita asimilación, comprensión y un breve refulgir de belleza en lo vivido.
    I love you with all my soul
    show me the way of your eyes
    you can do all you want with me


Los teclados de Love Song se elevan al tiempo que la voz de Sol alcanza su nivel máximo de expresividad tratando de atravesar los muros de un laberinto sin salida en el que uno se puede llegar a encontrar sumido como castigo por cobardía. I love you with all my soul gritado una y otra vez... hasta que entran las poderosas baterías de All and nothing y los teclados más luminosos del disco. Tocamos el cielo de nuevo aún con la amenaza de la separación cercana. Levedad en el amor, que como la vida, discurre demasiado rápido hacia un final.
    Now seems my love makes you cry
    we are fighting all the time
    I want to feel your love more strong
    but it seems you now drown



El frío se cierne sobre uno y se aquan los espejos hasta llegar a My Beloved Death que anticipa el cercano final con la llegada de la omnipresente dama amenazante. Oyendo la voz de la muerte, gritando tu nombre con toda su fuerza. The Deathbed muestra, quizá, un intento de percusiones marciales (sólo ligeramente) y un juego de voces muy interesante. En el diálogo establecido la voz grave muestra una voluntad y presencia inédita, invitando a conocer el camino del dolor, el duro camino de aprendizaje ante la muerte.



Incluso me parece vislumbrar un acercamiento neofolkis que se podría concretar en la temerosa The Farewell cuya melodía acaba quedándose en la mente de uno. Significa la despedida definitiva a un trabajo intenso y que, manteniendo fuertes las premisas iniciales, elabora un variado espectro de pasajes que posibilitan el que la escucha completa, superior a una hora, no sea tediosa. Invita a comenzar desde el principio de nuevo o a volver a algunos de los temas esenciales como The Regret, All and nothing, The Nine o The Puppet.

Suponemos que el disco se podrá adquirir a través del propio grupo (recordamos el myspace) o en sus actuaciones en directo. El libreto es excelente con letras (excepto tres canciones) y fotografías oscurecidas plagadas de simbología y bien editadas, y trabajado como siempre en blancos y negros. Sabemos por el mismo que en Open Scissors y All and Nothing colabora Tyves Oben de Place4Tears.

Permanece la esperanza de que, visto lo complicado que es el mercado nacional, el grupo pueda ser reconocido allende nuestras fronteras y así elevarse a la posición que merecerían dentro de la música propia de este movimiento.


Quedamos a la espera del concierto con los teclados y las exclamaciones de The Farewell lanzadas al aire y entregadas a un solitario eco.


Never I feel alone I know that you are at my side
Even I hear your voice telling my name from the sky
This love that seems death for me never die



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